Aunque no es decisión simple hoy decido enviarte una carta, a ti mi rival, que me odias sin siquiera saber si existo y que me has odiado siempre, incluso desde antes que me convirtiera en “la otra las mujer”, cometemos la imprudencia con nosotras mismas, de no confiar jamás en nuestras capacidades, ni en el poder que tenemos sobre la vida de un hombre, solemos entregarnos a la inseguridad y esto de alguna manera nos hace sentir desmerecidas, siempre vivimos tras las sombras de la posibilidad de que exista la otra mujer, incluso cuando en muchos casos esto jamás ocurre.
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Necesito decirte…
Quiero que sepas que soy mujer y en mi caso no es distinto, al igual que tú también me ha rodeado la incertidumbre, los celos y el temor a no ser valorada, no pienses que me ha gustado en muchos casos ocupar este rol en la vida de mi amante y en tu vida, esto no tiene nada que ver contigo y jamás ha sido contra ti, te pido que no me juzgues aunque no puedas comprenderme, pues sería insensato de mi parte pedir, que aprendas a vivir con mi presencia.
En la vida se nos suelen presentar caminos, no sé si es parte del destino, realmente pienso que es algo que se labra uno mismo, sin embargo, siempre decidimos tomar las riendas y asumir lo que se nos presenta y en mi caso dolorosamente me he enamorado, de una persona que se acercó a mí, que me dejó entrar y que además reconoce amarte a ti, aunque alegue infelicidad.
Lo que queremos creer…
Resulta un tanto sorprendente como los hombres suelen creernos estúpidas, las justificaciones para “la otra” siempre son las mismas, costumbre, desinterés de la pareja, falta de intimidad o el acostumbrado “ya nada es como antes”… resulta curioso y hasta un poco irónico, como los hombres piensan que cuando se está en el rol de ser la otra mujer, se deja de ser mujer, no pueden entender que no siempre se ha representado este papel y que aunque muchas mujeres, digan y piensen que es mejor ser la amante, te puedo confesar, a ti mi rival, que no es del todo cierto.
Quiero que sepas que no pretendo convencerte de mi sufrimiento, tampoco espero que seas mi aliada y mucho menos que logres eximirme de mi remordimiento, conozco perfectamente cuál es el peso que debo de llevar, acosta de mi amor siempre tendré que conformarme con ser la otra mujer, sólo quiero que sepas que ser la otra mujer no me hace menos mujer, simplemente me hace menos feliz, porque cada mujer alberga en su corazón el deseo de ser realmente valorada, no a ratos, no en instantes, no en minutos, sino por siempre y para siempre.
mentiras
Sólo tú conocerás la naturaleza de quién tienes a tu lado y seguramente te darás cuenta de cada mentira y de cada falso gesto, pero a estas alturas, en este escenario, ya no sé que resulta peor, si vivir como tu, con el dolor de presentir la mentira cada día o enfrentar como yo día a día, el sufrimiento de que te echan en cara la verdad…
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