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Aunque por lo general se trata de virus comunes como el que ocasiona la gripe, y ya existan vacunas para prevenir estas infecciones, este año se ha reportado el brote excepcional de una enfermedad conocida como “de manos, pies y boca”.
Aunque sus síntomas no son graves, es mejor reconocerla a tiempo para evitar complicaciones.
No en vano las autoridades de salud en Georgia (Estados Unidos) advirtieron que la propagación de esta enfermedad alcanzaría un récord este año.
La enfermedad de manos, pies y boca afecta (Fiebre Aftosa Humana) a cientos de personas cada año. Es altamente contagiosa pues basta con que se lleve a cabo contacto directo con saliva o fluidos nasales para adquirirla.
La fiebre aftosa en humanos causada por un virus diferente al del mal homónimo en el ganado carece de vacuna y suele presentar síntomas tales como fiebre, úlceras en la boca y sarpullidos en manos y pies.
Puede degenerar en meningitis, encefalitis, edema pulmonar, parálisis y la muerte, sobre todo en bebés y niños pequeños.
Un estornudo, un beso o incluso un apretón de manos pueden servir como vía para su contagio.
Ambientes escolares en lo que los niños pequeños tienden a tener contacto con la saliva de otros pueden ser un caldo de cultivo para esta enfermedad. Lo mismo ocurre en campus universitarios, donde es usual que se compartan comidas y bebidas.
Además, el estado de salud de los estudiantes no suele ser el más óptimo, debido al agotamiento que conllevan sus respectivas jornadas.
También pueden ser puntos críticos los hogares de ancianos y todo tipo de vivienda en la que convivan personas con un sistema inmune débil.
Pero esta enfermedad también puede contagiarse por fuera de estos lugares específicos. Sus síntomas son bastante similares a los del resfriado común (fiebre y dolor de garganta) pero lo más característico de la enfermedad de manos, pies y boca son los puntos rojos que aparecen, por supuesto, las manos, los pies y la boca de quien la adquiera.
Los puntos también pueden aparecer en otras partes del cuerpo, como las piernas y los genitales. Por lo general, estas marcas desaparecen después de dos semanas.
Pero lo más aconsejable es visitar al médico tan pronto como sea posible. Si el diagnóstico se confirma, se recomienda permanecer en casa hasta que el virus desaparezca para evitar la expansión de su contagio.
De no tratarse a tiempo, puede desencadenar infecciones cerebrales (meningitis y encefalitis) e incluso la pérdida de uñas en los dedos de las manos y los pies.
La clave de su prevención es el lavado de manos. En caso de confirmar la infección, uno de los mejores tratamientos es el reposo en casa y el consumo constante de fluidos.
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