Se necesita mucho valor para salir de casa con una sonrisa, sabiendo que en cualquier momento te pueden matar, que es posible que la próxima vez que tu familia te vea sea en un ataúd… Así es la vida de un policía, todos los días se convierten en una guerra contra la delincuencia, pero ¿qué pasa si mientras él está salvando una vida alguien daña lo que más ama?
Aquella mañana en San Miguel de Tulancingo, Oaxaca, todo parecía normal, José Alfredo despertó muy temprano para ir a trabajar; uno de esos policías honrados y que verdaderamente disfrutaba de su trabajo, 10 años salvando vidas. Su esposa estaba muy orgullosa de él, pero realmente su máximo admirador es “Panchito”, su pequeño de 3 años, a su corta edad entendía un poco de lo que hacía papá.
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“Él es mi superhéroe, porque ataca a los malos con su pistola, yo quiero ser como papá”, Repetía el pequeño mil veces a cualquiera.
Panchito se despertaba antes de que sonara la alarma, pues no había un sólo día que no se despidiera, papá le daba vueltas y le decía cuánto lo amaba, pero también le recordaba que cuando él se iba se convertía en el hombre de la casa, así que tenía que cuidar a mamá, esto hacía que Panchito se sintiera todo un niño grande y le decía a papá que no se preocupara.
Pero José jamás imaginó que ese día terminaría más que preocupado, camino al trabajo sintió una sensación de angustia, pero no le hizo caso, a final de cuentas era normal que extrañara a su familia, pero tenía un deber que cumplir. La mañana en la delegación comenzó, todo tranquilo, él y su compañero se encontraban en su área de guardia, afortunadamente los sucesos no eran tan graves, unos cuantos asaltos y dos vagabundos, pero sin ningún herido.
Mientras iban en la patrulla recibieron una alerta solicitando apoyo de emergencia, habían recibido una llamada en la que reportaban gritos de una mujer y algún menor, según la testigo un hombre había entrado a la casa de su vecina. Cuando pidieron las coordenadas José realmente se preocupó, era en su colonia, cualquier persona que fuera, sería un conocido.
Se fueron muy rápidamente y al son de la sirena avanzaron sin parar, cuando llegó a su cuadra, sentía que el corazón le latía fuertemente, estaba preparado para este tipo de situaciones pero ¿qué tan conocido sería? y ahí estaba su vecina, lo último que recuerda son sus gritos diciendo “¡José corre es tu esposa y Panchito”, sintió como su vista se nublaba, la sangre helada recorrió su cuerpo y solo corrió hacia adentro.
Cuando entró no podía creerlo, su esposa estaba tirada en la entrada, tenía golpes por todo el cuerpo, agonizando le dijo: “Panchito, él tiene a Panchito en el cuarto”, le pidió a su compañero que pidiera refuerzos y llamará a paramédicos pero que no entrara, él se iba encargar de esto.
Abrir esa puerta no se comparó con todas las tragedias que antes le partieron el corazón, no se comparó con todas esas imágenes de niños maltratados y abusados en su mente, era su hijo, su pequeño que apenas y se le entendía cuando decía “Yo soy fuerte papá”, no podía decirlo bien, pero él lo hacía mientras levantaba sus brazos.
Ese hombre había golpeado tan fuerte a su hijo que el pequeño estaba inconsciente, la sangre en su rostro y los moretones en el cuerpo se notaban, pero lo peor de todo, era una severa hemorragia entre sus piernas que evidentemente eran señal de que su pequeño había sido abusado por aquel delincuente. El hombre estaba acostado viendo al techo, evidentemente bajo los efectos de las drogas. José no lo pensó dos veces, se saltó todos los protocolos de un uniformado e hizo justicia con sus propias manos, tomó el arma y con 3 balazos a quema ropa le destrozó el miembro, después cayó hincando, no estaba arrepentido, es sólo que el dolor y coraje le estaban destrozando el alma y no sabía cómo enfrentarlo.
Ahora su esposa y Panchito se encuentran sanos, sin embargo, el abusador murió a las pocas horas producto de los disparos. Lamentablemente José está detenido, le han quitado la placa y ahora enfrenta cargos por homicidio y con agravantes por haber actuado de forma imprudencial mientras estaba a cargo.
Y tú, ¿Qué hubieras hecho en su lugar?
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