Un cabello hecho mierda,
unas marcas de sostén en la espalda,
un cuerpo cansado,
y ya no tan firme,
y ya no tan bueno,
y unas lágrimas negras;
así termina mi día,
y también así comienza,
a excepción de las marcas en la espalda,
y el rimel regado ya seco.
Una nevera vacía,
200$ en la cartera,
pa' de aquí al viernes,
o hasta la quincena.
Se acerca la renta,
se acerca diciembre,
el pago a coppel por el vestido de
princesa que ella quería y todos tenían.
Le debo a esta,
le debo a aquella,
y a toda mi familia.
En cuanto me paguen,
de nuevo me quedaré con
esos pinches 200$,
o con menos,
pero así es esto;
y el rimel seco nuevamente se humedece.
Ya comienza a amanecer,
ya pensé muchas pendejadas,
hay que buscar quién cuide de mi hija,
o quien la recoja de la escuela;
alguien que no haga tan mala cara,
o que cobre barato,
no queda de otra,
porque el muerto,
el arrimado,
y el que pide favores,
a los tres días apesta.
Mi hija crece cada vez más,
y yo me hago más pequeña,
más insegura,
más incapaz;
a veces quiero rendirme,
mandar todo a la chingada,
ser como las que se dicen madres,
y dejan a sus hijos con la madre,
o con la abuela cada fin de semana,
porque se ve que a ellas apoyan más,
que a una que trata de superarse sola,
pero después la veo a ella,
sin ninguna preocupación,
como si todo estuviera normal,
y es que siempre todo ha sido así,
y entonces me dan ganas de seguir,
aunque sea un día más,
al fin que ya llegará la noche,
y podré otra vez llorar,
desahogarme,
joderme.
Estudios truncos,
trabajo miserable,
sueños apagados,
madre soltera,
mujer sola;
eso soy,
pero no puedo decir nada,
porque ya me cansé de los
"lo hubieras pensado antes",
"así son todos los hombres",
"los errores se pagan"...
No digo que no,
la he cagado con madres,
todos lo hacemos,
hasta tú,
la diferencia de las madres solteras,
es que nosotras nos limpiamos solas.
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